El territorio konkaak tenía, antes de la llegada de los españoles, como límites naturales el mar, las cadenas montañosas y el desierto de Encinas. Sobre la costa desértica, hacia el sur, limitaba con el río Yaqui, al norte con el desierto de Altar, al este llegaba hasta Horcasitas y al oeste, además de la costa, ocupaba islas cercanas como Tiburón, San Esteban, Patos y Alcatraz. El área que recorría el grupo abarcaba lo que actualmente son catorce municipios de Sonora, pues era un pueblo nómada cuya movilidad giraba en torno a los recursos acuíferos y a los ciclos de la flora y fauna básicos para su supervivencia.
Por su cultura, los konkaak eran la antítesis de lo que necesitaban los españoles: su territorio no era fácilmente aprovechable, no tenían riquezas acumuladas, no producían lo suficiente para hacer redituable la conquista y eran inútiles como mano de obra para cultivar y servir, ya que desconocían esas actividades. Por ello, los seris conservaron durante más tiempo que otros pueblos indígenas, su autonomía y su cultura. Posteriormente ante el fracaso de evangelizarlos, los españoles primero y los mexicanos más tarde, reaccionaron ante los konkaak, no con políticas de conquista y colonización, sino de exterminio. Eso condujo al aniquilamiento casi total del grupo. Debido a esto, muchos seris se refugiaron en la isla Tiburón, La escasez de agua y animales para la caza, además de diversas enfermedades, fueron los factores predominantes para que los seris abandonaran su refugio en la isla Tiburón y volvieran a incursionar en tierras continentales, primero para contratarse temporalmente como armadores (comerciantes de pescado) y rancheros, después para establecerse definitivamente. Entre las causas externas que permitieron su retorno con éxito está principalmente la crisis de 1929, que provocó grandes migraciones de pobladores empobrecidos hacia ciudades y centros agrícolas del norte y noreste del país, lo que aumentó el consumo de pescado y otros productos marinos de menor precio que la carne de res.
Desde ese momento, los seris empezaron a tener como elemento esencial de su economía el intercambio comercial y la utilización del dinero en sus operaciones de mercado. Con ello se inicia un periodo en el cual se suceden con mayor velocidad y profundidad los cambios en su estructura organizativa y cultural. En 1936 el entonces presidente de la República, general Lázaro Cárdenas, atendiendo a sus demandas de apoyo, promovió su organización en cooperativas de pescadores, les proporcionó el equipo necesario y los concentró en el poblado de Bahía Kino. Sin embargo, al irse colonizando cada vez más este poblado por pescadores no indígenas, los seris se trasladaron a Desemboque, usando como campamentos ocasionales algunos campos intermedios. En 1970 fue reconocido su territorio cuando el presidente Luis Echeverría les dotó en ejido una franja costera de 91 000 ha, lo que corresponde al 0.5% de la superficie total del estado. En 1975, con varios decretos más, el mismo presidente declara el Canal del Infiernillo como zona de pesca exclusiva seri, y les otorgó simbólicamente como posesión comunal la isla Tiburón, decretada a su vez como zona de reserva ecológica.