En la religión tradicional, los antepasados difuntos juegan un papel prominente en la enfermedad y la curación. Los muertos pueden curar por intervención chamánica. Los chamanes son requeridos para apelar a los muertos la consulta espiritual, la curación y el consejo. En este sentido, la moralidad se mezcla con la medicina; el bienestar o la salud pueden depender de las acciones y el comportamiento del individuo, pues creen que muchas enfermedades son provocadas por causas sobrenaturales o que son consecuencia de una transgresión de las normas morales. Por razones económicas y de identidad en caso de enfermedad preferentemente recurren a un curandero y no a un médico alópata; las ancianas atienden los partos por lo que se les reconoce como “parteras”; el baño de temazcal se emplea para curar resfriados, calambres y para las mujeres parturientas.
Los curanderos son muy importantes en la comunidad, además de ser médicos tienen funciones políticas y religiosas; atienden las enfermedades del espíritu como emociones fuertes, el enojo, el espanto, la tristeza y la vergüenza, la intrusión al cuerpo de ciertos seres maléficos, la fiebre y el “mal de ojo”.
Ante estos padecimientos, conocidos como de filiación cultural, utilizan “remedios naturales” en comunión con el medio natural en el que viven, es decir, consideran las cualidades y dualidades en primer lugar del mal que los aquejan y con base en éstos, seleccionan el remedio y el tiempo adecuado para realizar la aplicación de este sobre su mal.
Después de su llegada a Chiapas y a Campeche, han incorporado otros elementos a sus conocimientos de medicina tradicional, por ejemplo, otras variedades de plantas propias del entorno, así como el reconocimiento de las condiciones del clima cálido y húmedo en época de lluvia o seco en el mes de mayo, de donde se desprenden nuevos conocimientos terapéuticos, e incluso alimenticios.